domingo, 15 de abril de 2012

MORIR DE AMOR

Y claro, casi otros dos años han pasado desde la última vez que me aparecí. El año 2010 fue el año más caótico de mi caótica vida. Cerré mi tienda y tiré la llave al mar... Mi parejo decidió irse para siempre, emparejarse nuevamente a los dos meses y hacerse el loco. Ahora me doy cuenta que tanta incomunicación y tanta descoordinación en nuestras vidas también tenía una dosis de desinterés, o más bien, de interés puesto en otro lado. Y pucha que me dolió. Lo que más me dolió, hasta ahora, fue la falta de honestidad. Que no haya tenido yo los cojones para decir "algo raro está pasando aquí", porque uno siente en el ambiente cuando las cosas están desintegrándose... y que él no haya tenido lo cojones de reconocer que su corazón andaba hace rato por otros lados. Frente a la comodidad de una cotidianidad adormecida, es difícil tomar aire, respirar profundo y tirar las cartas sobre la mesa. Todas las cartas. Pero me ha servido para entender qué cosas no quiero más en mi vida: ya no quiero lo seguridad de la falsa estabilidad, ya no quiero más conformarme, ya no quiero hacerme la loca con mi guata que me habla cada vez que percibe algo raro. He aprendido a escucharme, y repetir en voz alta lo que estoy sintiendo para no darle cabida a mi propia indiferencia. Tantas cosas han pasado en estos dos años... me han roto el corazón nuevamente, pero esta vez viví cada minuto como si fuera el último y aunque sufrí luego como una bestia, no me arrepiento de nada, porque fui honesta con lo que sentí. Que el otro no haya estado preparado para recibirlo fue su problema.
Y ahora nuevamente me encuentro en una situación intensa... Sin saber ni cómo ni cuándo, me enamoré de un hombre; pero no de cualquier hombre... del más difícil: casado, con hijos y vive en el extranjero. Hemos pasado un mes de romance a la antigua, escrito, utilizando todos los medios que la tecnología nos permite. Amo su valentía. Al poco darnos cuenta que este amor era algo grande, fue honesto con su mujer y le contó todo. Ahora ella pide una última oportunidad... tres meses de terapia de parejas y que cortemos la comunicación en el intertanto. Aceptamos. A regañadientes, pero aceptamos. Con el corazón destrozado, pero aceptamos. Si es verdadero, este amor sobrevivirá tres meses. Han pasado apenas dos días desde que dejamos de vernos y me siento morir. Morir de amor, como en las películas...

viernes, 23 de julio de 2010

TENER LA VIDA RESUELTA


Qué frase más lejana en este momento.
Tengo 34 años y mi vida, si antes era un caos, hoy se hunde profunda y rotundamente en una crisis.
Mis dos proyectos de vida, mi emparejamiento y mi negocio, se desmoronan.
Mi proyecto laboral de la vida, en el que invertí toda mi plata (y la de otra gente), todo mi tiempo, mis ganas, mi esfuerzo y mi creatividad, se va a pique... y aunque he tratado de hacerme la loca y hacer como que nada pasaba y que el próximo mes sería mejor y que en cualquier momento la cosa repuntaba y prendía, la dura realidad es que el hoyo negro se hace cada día más profundo y cada día se torna más difícil salir. Claramente, tendré que cerrar mi tienda. Es una pena enorme, porque le he puesto todo el empeño y así y todo hay cosas que definitivamene no dependen de uno... tampoco me siento muy cómoda en esto de las ventas: me encanta crear, inventar y hacer cosas con mis manos que tengan una consecuencia física... me gusta ver resultados de lo que hago, resultados reales. Pero la parte de vender, y de contestar con tu mejor cara de póker a la mina cuica que entra y pregunta arrugando la nariz que por qué esto es tan caro, y decirle que es hecho a mano, que son horas y horas de trabajo, y de creatividad, y que te responda "ah, ya" y tú sonriendo pero por dentro hecha bolsa. Estar las 24 horas del día pensando en el negocio, en los pagos, en los proveedores, en el arriendo, en el crédito, en el iva, en la contadora... pequeñas cosas que se van colando en tu cabeza y que no te dejan descansar; porque es distinto cuando trabajas como empleada en un lugar, que cuando el negocio es tuyo. Todo es tu responsabilidad, no es cosa de llegar a la casa y desenchufarse. Es agotador, porque nunca me desconecto y como la cosa no ha andado nada bien, mis pensamientos están mas bien enfocados en pagar deudas y conseguir plata... por otro lado, mi parejo tampoco está pasando una buena racha en lo laboral -es independiente- y los problemas económicos sumados a desencuentros e incomunicaciones varias, nos tienen al borde del quiebre. Una cosa influye en la otra de modo inseparable.
La semana pasada, y luego de una semana sin dirigirnos la palabra, decidió irse de la casa. Para no terminar odiándonos ni asesinándonos. Fue una decisión difícil, pero muy honesta. Ninguno de los dos lo estaba pasando bien y estábamos llegando a un punto sin retorno. Este paréntesis nos servirá para ver en qué estamos, qué hemos hecho y qué queremos hacer.
Desde ayer empecé una psicoterapia, y me sentí tan bien, tan escuchada y entendida, que creo que es el primer paso hacia una evolución que sea donde sea que me lleve, va a ser sin duda un lugar mejor.
Y de tener la vida resuelta, hablemos en veinte años más....

sábado, 17 de julio de 2010

SENTIRSE EN CASA


Hay pocos lugares -fuera de mi casa- en los que me siento realmente en casa. Son esos lugares en los que sé que puedo ser yo, tal cual, sin fruncimientos ni reservas.
En la casa de mis abuelos, siento que estoy en mi casa, y no solamente porque sé dónde se guardan las copas, o qué hay que hacer si alguien accidentalmente aprieta el botón de la alarma. Es porque la Abuela siempre me ha hecho sentir que estoy en mi casa. Si hace mucho calor, puedo llegar y antes de saludar, sacarme los zapatos y lanzarlos por el balcón. Y nadie me mira raro. Y si hace frío, sé que puedo ir al clóset y ponerme un chaleco que aunque me quede como vestido, me abriga más que cualquiera de los míos. Pero por sobre todo, porque la Abuela ha sido capaz de crear un ambiente tan cálido, tan acogedor y tan cómodo, que sé que aunque llegue con la guata apretada porque los días no han sido buenos, o complicada por mil problemas que parecen agrandarse con el frío, en su casa voy a recibir esos cariños para el alma que tan bien hacen y que son como un agüita que limpia y refresca lo justo y lo necesario para volver y partir de cero con la vida.
En la casa de la Abuela siempre hay algo rico para comer, que aunque sea lo más simple del mundo, tiene un sabor especial. La carne siempre está blanda, el arroz en su punto y hasta las frutas parecen manjares.
En la casa de la Abuela siempre hay vino, o algún tipo de brebaje para brindar por lo que sea y en la casa de la Abuela siempre hay alguien con ganas de brindar.
Y en la casa de la Abuela está la Abuela. La mujer que más admiro y que más me ha inspirado y mejor me ha aconsejado. La que no se hace problemas por las cosas superficiales, porque sabe perfectamente qué es lo importante en la vida. La que goza con los bisnietos y sufre -más que todos nosotros- con el Abuelo.
La que me llama por teléfono cuando ando perdida en remolinos imaginarios.
La que nos ha hecho armar la familia más ruidosa, achoclonada y gozadora.
La que me ha hecho saber la importancia de la familia y de estar juntos.

Hoy agradezco infinitamente la suerte de tener a mi Abuela y tener los ojos abiertos para darme cuenta de la gran mujer que es.
Gracias, Abuela. Te quiero.

martes, 29 de junio de 2010

RETOMANDO

Han pasado más de dos años desde la última vez que escribí. En ese entonces, sólo tenía una hija y un perro. Hoy ambos se multiplicaron. Al igual que mis ocupaciones. Y entre tanta cosa, entre pañales y mocos, entre risas y retos, entre micros, metros, idas y venidas, entre los trabajos y los pitutos, vuelvo porque necesito.
Me hacía falta y lo extrañaba.
Lo primero fue habilitar la conexión a internet en la casa (que había sido eliminada en medio del recorte generalizado producto de cambios laborales que ya me animaré a contar), y lo segundo y casi más importante, comprar un teclado nuevo.
Escribir con un teclado duro y mañoso es casi tan difícil como intentar escribir de corrido con un lápiz grafito 2H... un trazo duro, rígido, forzado y doloroso. En mis épocas manuscritas, siempre preferí el 2B, que con su blanda fluidez acompañaba perfecto el ritmo de mis ideas. Hace tiempo que no tomo un lápiz para escribir más que la lista del supermercado, los nombres de los fotografiados en algún evento o una boleta cuando vendo algo en mi tiendita. Y teniendo teclado nuevo, es como tener el cuaderno en blanco frente a mis ojos, tentándome a usarlo y llenar el espacio con ideas. No puedo evitarlo: veo una hoja vacía y necesariamente empiezo a dibujarla. Debe ser mi afán de esparcirme, como me recrimina mi maridosinlibreta cada vez que dejo algo mío en un lugar que no corresponde.
En fin, no quiero "esparcirme" más en este post que sólo tiene por finalidad hacer una reaparición en mi espacio virtual y probar el teclado nuevo que hasta ahora ha acompañado cada uno de mis movimientos sin pegarse ninguna tecla, sin tener que apretar demasiado ni tener que buscar cómo diablos hacer un acento como corresponde, como suele suceder con los teclados ajenos... Este ya es mío, desde el principio. Y lo mejor, es que es chiquitito, ideal para manetas pigmeas pero curiosas como las mías.

martes, 24 de julio de 2007

la despedida de Pajarito

Aún sin haber podido ir a la despedida de Pajarito, mis últimos días estuvieron bastante visitados por imágenes antiguas.
Cuando recibí el primer mail, me vino el existencialismo treintañero (¿existe esa palabra?) y me puse a buscar fotos del colegio. Cada vez tengo menos, y como tengo pésima memoria, mis recuerdos se reducen a imágenes sueltas y algunas anécdotas. En fin, cachureando en mi caja de fotos, me encontré una tarjeta de navidad que me mandó la Tali. No tiene fecha (y ya mencioné el tema de mi memoria ¿o no?), pero yo calculo que debe ser como del ´92. Y me puse a pensar. Millones de cosas. Me acordé del anillo de rubí del profe de arte (no me acuerdo del nombreeeee, qué horror!!!), la corbata azul marino estilo calcetín del profe de historia (el gordito simpático, no el Romero). Las uñas mascadas de la Alicia, el olor a Head&Shoulders del Keller. Los chistes de Pajarito y los berlines con manjar del kiosco. El peinado de la Deborah en primero medio, y lo que nos demorábamos peinándonos la chasquilla en el baño con la Carolina. La aparición de la Jime en mi vida (aparécete alguna vez, po Pime, la mocosa está que camina y te lo estai perdiendo), un pijama party en la casa de la Sharon, alucinando con Jordan de los New Kids (----), el Hipoppótamus, la calle Valparaíso, uf…

Y después de todas las imágenes se aparecen las preguntas. Como fantasmitas.
¿Qué he hecho hasta ahora?,

¿soy lo que quería ser?,
¿qué quería ser?…

Me habría gustado poder verlos y darles la lata personalmente.

viernes, 6 de julio de 2007

El futuro ya llegó hace rato

Después de mucho rato escogiendo colores, tipografías, la foto, el nombre, y millones de otras cosas que jamás caché qué eran, y que seguramente cambiaré mil veces más, me tomo casi el último sorbo del rico vodka tónica (que hago durar porque es -textualmente- el último sorbo de la botella de Mandrin) y me siento a escribir por primera vez en mi blog.
Me acuerdo de la primera vez que me hice un correo electrónico. Fue a finales del 99 y era como la novedad. Soy de la época en que los computadores eran grandes y feos. Algo se hacía con una tortuguita, pero para mí siempre fue una incógnita. La pantalla era negra y las letras, verdes. En las clases de computación del colegio (eran como cinco o seis computadores en total) nos sentábamos de a dos y, por supuesto, Pajarito hacía toda la pega y yo seguramente tiraba alguna talla. Después le devolvía la mano soplándole en las pruebas de inglés y corrigiéndole la ortografía en los trabajos. ¡Eso es trabajo en equipo!.
Después vino la universidad, y en el ramo de computación de la carrera de arquitectura aprendí a usar el Word... aluciné...
La primera vez que usé messenger creí que ya nada podría sorprenderme... ¡era como hacer realidad las ideas futuristas de las películas antiguas de hablar por teléfono con alguien y poder verle la cara al mismo tiempo!
Y aquí estoy, tratando de mantenerme un poco al día, aunque siempre llegue tarde y los que cachan me miren con cara de analfabeta...
Juro que el día que la teletransportación sea realidad, podré morir tranquila. Ya lo habré visto todo. ¿Quién no ha soñado con apretar un botón y estar acostadita con el pijama puesto y el scaldasonno prendido? Mmhhh, si pudiera elegir un superpoder, elegiría poder viajar en el tiempo, reírme del pasado en su cara (con chasquilla y botas blancas) y alucinar con lo que se nos viene...